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lunes, 27 de febrero de 2012

Iolanda Vives

No hay psiquismo, ni siquiera al inicio, sin actividad.
La acción en relación, son la base y el medio para hacer posible cualquier proceso evolutivo, sea de una célula o de un sujeto, y favorecer su capacidad de desarrollo y transformación.
Si nos centramos en los niños y las niñas, lo natural, normal y saludable es que se muevan, ya que la motricidad del niño es el medio privilegiado que tiene para expresar su psiquismo: sensaciones, emociones, percepciones, representaciones, conocer el mundo y relacionarse con los demás.
Movimiento y cuerpo es al niño lo que el lenguaje es al adulto. Esta manera original de expresarse la llamamos expresividad motriz.
La expresividad motriz forma parte y está inscrita en nosotros desde las primeras relaciones que establecemos, las relaciones parentales, éstas forman parte de nuestra historia y las intentamos rememorar simbólicamente a partir de nuestras acciones.
Otro elemento necesario para facilitar el desarrollo y la transformación, es poder situar al niño y la niña en una dinámica de placer: el placer del movimiento, de la acción, del juego, para llegar al placer de hacer, de pensar, de saber.
El marco de la Práctica Psicomotriz Aucouturier, se basa en la comprensión de la expresividad motriz de los niños y niñas, y en la necesidad de ofrecer una dinámica de bienestar que facilite y acompañe la maduración psicológica de la infancia.